Uno de los consejos que los traductores veteranos siempre suelen/solemos dar a los que empiezan es no perder nunca la esperanza. Ser un recién licenciado y dedicar días a preparar el currículo (en dos o tres idiomas), las cartas de presentación (en otros tantos idiomas), buscar agencias por internet, enviarles todo eso bello trabajo que hemos preparado con tanto ahínco para, después, no recibir respuesta alguna, recibir una respuesta automatizada o, mucho peor, que nos digan que no tenemos experiencia suficiente, puede ser muy desesperanzador.
Cuando ya vas adquiriendo experiencia, la cosa no cambia. Hay que insistir con los clientes que han aceptado nuestro currículo y lo han añadido a la base de datos. Y no, no es molestar, si no lo haces cada día. Pero creo que es importante que, al menos, una vez al año, enviemos un correo a la persona con la que contactamos o, en su defecto, a la dirección de contacto («info» o allí donde se especifique en el sitio web que quieren que envíen los currículos), con un pequeño recordatorio de quiénes somos, cuándo enviamos nuestro currículo por primera vez y, ya que estamos, enviar una versión actualizada del mismo. Esto servirá no solo para darles un toque (que nunca viene mal), sino también para que siempre tengan el currículo actualizado porque, tal vez, un día realices una traducción sobre física cuántica y, poco después de enviarles el currículo actualizado, un cliente les envíe un artículo sobre física cuántica y, bueno, como no pueden encontrar a nadie, te llamen para ver si te interesa el proyecto.
También es bueno hacer esto con las agencias con las que hemos trabajado alguna vez, para que sepan que estáis disponibles. A lo mejor la palabra «insistencia» suena un poco fuerte, pero era para que me entendieseis. Si queréis, llamémoslo, «recordatorios amables y simpáticos». Casi diría que, con las agencias con las que colaboráis de vez en cuando, es aún más importante mantener este contacto «recordatorio amable y simpático», bien sea anunciándoles que os vais de vacaciones una semana, que habéis vuelto después de recargar las pilas en la Costa Brava, felicitándoles las fiestas de Navidad o, incluso, si sabéis cuándo es el cumpleaños de uno de los gestores de proyectos, felicitándoles el cumpleaños. Todo vale con tal de reforzar la relación con ese cliente.
Sin embargo, os voy a contar un caso más en el que debemos usar la insistencia. Todo sea por nuestro bien.
Había una vez una localizadora de videojuegos que llevaba año y medio colaborando con una agencia belga que le proporcionaba proyectos maravillosos en los que trabajar, además de muchas anécdotas y mogollón de experiencia sobre otros proyectos con muchos problemas que, al final, salen bien. Todo eso que ha pasado de un proyecto a otro y con lo que ha aprendido a asegurarse de que lo tiene todo antes de empezar y a saber afrontar nuevos desafíos. Por ello, estaba muy contenta de poder trabajar con ellos.
Sin embargo, a principios de este año, dejó de saber de ellos. Dejó pasar un mes, por eso de que era principos de año, pero le pareció extraño que no acudiesen a ella, ni siquiera para una de esas minitraducciones que le ofrecían casi diariamente. A mediados de febrero, decidió enviarles un correo, preguntando qué tal les iba todo y comentándoles que tenía disponibilidad para ayudarles si la necesitaban. Tenía el acuse de recibo y de lectura activados, así que recibió ambos correos de confirmación, pero ninguna respuesta. Volvió a intentarlo mes y medio después, y pasó lo mismo. Pero nuestra localizadora no tiró la toalla. Habló con una amiga, compañera de profesión y de chismorreos, y le dijo que siguiese insistiendo. También habló con un amigo, que llevaba muchos más años que ella en el mundo de la traducción, y le dijo que llamase por teléfono, que, en estos casos, es lo mejor, porque así no pueden ignorarte. Llamó pero tenían centralita, así que tuvo que dejar un mensaje. Ipso facto les envió un correo «recordatorio amable y simpático», y esta vez sí que recibió respuesta. Aunque, en absoluto, era la que se esperaba.
Resulta que, unos meses antes, habían llevado a cabo un proyecto con un gran cliente. Desgraciadamente, las traducciones eran de pésima calidad y el cliente se quejó. El gestor de proyectos al que le tocó el marrón, sin explicar nada, pidió a nuestra localizadora que si podía cambiar en el archivo que le enviaba la lista de peticiones del cliente (es decir, una lista de errores que los testers de este cliente habían encontrado). La localizadora, siempre dispuesta a ayudar, lo hizo, pero vio que el resto del texto estaba completamente hecho trizas. Le preguntó al gestor si ese texto había pasado por un corrector, y le contestó que sí, pero que no sabía por qué el traductor no había hecho su trabajo ni el corrector, el suyo. Nuestra localizadora le indicó que había muchísimas cosas más por cambiar, que estaban mal traducidas o eran incorrectas, así que el gestor le pidió que, si no le importaba, le podía hacer el favor de corregirlo todo porque el cliente estaba muy cabreado y se jugaba su puesto. Con la creencia de que siempre va bien hacer pequeños favores, porque, algún día, le devolverían el favor, nuestra localizadora dijo que sí (total, ver todo eso así de mal escrito le daba mareos).
Por desgracia, el gestor perdió el empleo porque la empresa perdió ese cliente. Sin embargo, también decidieron dejar de colaborar con todos los traductores y correctores que habían participado en ese proyecto, incluida nuestra localizadora. Cuando ella se enteró (porque, no, nadie le había dicho nada cuando la empresa tomó esa decisión), no pudo quedarse de brazos cruzados. Estaba segurísima de que ella nunca habría hecho un trabajo tan malo como para que la agencia (como para que ninguna agencia, en general) perdiese un cliente. Es más, unos meses antes, otra gestora la había elogiado diciendo que era su «experta en Nintendo» y había hecho incluso un trabajito particular para esa agencia. Corriendo, miró la carpeta de ese proyecto (sí, nuestra localizadora guarda absolutamente todos los proyectos en los que ha trabajado) y revisó los archivos. Y sí, solo tenía los archivos de la corrección de los fallos resaltados por el cliente, así que, la culpa de que la mala calidad inicial de la traducción condujese a la pérdida del cliente, no era de nuestra localizadora.
Nuestra amiga escribió un correo detallando la historia y por qué creía que la decisión de dejar de contar con ella no había sido justa. Explicó que siempre había estado disponible para cualquier cosa que le habían pedido y que, por favor, la volviesen a considerar como colaboradora. Esperó unos días (había recibido ambas confirmaciones) y, al ver que no contestaban, envió un «recordatorio amable y simpático» al lunes siguiente. Le dijeron que habían estado muy ocupados pero que pasarían el correo al «jefe» para que él estudiase el caso y decidiese si le daban otra oportunidad o no.
Una semana más tarde, seguía sin noticias, así que les volvió a «recordar de forma amable y simpática» su interés por seguir colaborando con ellos y, además, les pidió que le diesen el nombre del jefe para, así, poder hablar directamente con él (y dejaba de molestar las pobres gestoras). Le respondieron, añadiendo al jefe en el mismo correo y, digámoslo así, pasándole la patata caliente. Varios días más tarde (estaba de vacaciones) nuestra localizadora recibió respuesta. El «jefe» dijo que, como el gestor con el que había trabajado no estaba, no podía contrastar la información con él, pero que había visto que había trabajado varias veces después del proyecto del «incidente», así que volvería a dar la oportunidad a nuestra localizadora y que esperaba no arrepentirse de la decisión. Nuestra localizadora, ferviente de emoción, contestó que no se arrepentiría y le agradeció el tiempo que se había tomado en buscar la información y estudiar sus argumentos.
Como veis, en este caso la insistencia ha servido de algo. Nuestra amiga sabía que no había tenido nada que ver con que la agencia hubiera perdido ese cliente tan importante, y luchó por recuperar la confianza de esta agencia y conseguir colaborar con ellos de nuevo. No se dio por rendida, ya no por cuestiones monetarias (es una agencia con la que trabajaba bastante y suponía gran parte de sus ingresos mensuales), sino por asegurar que su reputación seguía intacta, por demostrar que seguía siendo tan buena traductora como el día en que le dieron su primera oportunidad.
Con este cuento, os animo a que no os rindáis, a que solo tiréis la toalla si teneís otra limpia, nuevita y que huela a Mimosín. Ya seáis recién licenciados o llevéis tiempo en esto, luchad por lo que creéis justo, por que os den trabajo bien pagado y, por supuesto, por recuperar clientes «perdidos».
Porque ya sabéis, el que la sigue, la consigue.
Un gran alegato que ensalza virtudes como la constancia y el tesón. Nuestro trabajo está hecho para las hormiguitas persistentes. Las cigarras no tienen hueco.
ResponderEliminarQué bonita respuesta. Como se nota que eres un gran escritor ;) Gracias por la visita.
ResponderEliminar¡Buena entrada!
ResponderEliminarMe has animado a mandarle un "recordatorio amable y simpático" a una de esas agencias que me respondieron diciéndome que me añadían a su base de datos :)
Me ha encantado la entrada, Curri. Sí que es cierto que muchas veces nos da apuro insistir por miedo a quedar como unos pesados o, incluso, como unos desesperados, pero recordar de vez en cuando que seguimos ahí y mandar nuestra información actualizada no hace daño a nadie, y si además tenemos la oportunidad y el detalle de poder mandar una felicitación navideña o de cumpleaños, mejor que mejor, que siempre son cositas que se agradecen :).
ResponderEliminarHola, Curri:
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tu experiencia. Me ha encantado tu historia y la moraleja: no hay que dejarse vencer por los rechazos y luchar por lo que creemos.
Gracias David, Cristina y Judith. Me alegro que os haya gustado. Creo que, simplemente, habría que pensar en tratar al prójimo como querríamos que nos tratasen, pero me enrollé un poco al contarlo :)
ResponderEliminarDebo suponer que "nuestra amiga" eres tú, ¿no, Curri? :) Me ha encantado la historia y dice muchas verdades. Es cierto que a veces simplemente se lavarán las manos y no querrán saber nada más de nosotros, pero como las reglas están para romperlas, allí estaremos nosotros insistiendo para conseguir lo que nos proponemos. De hecho, esta historia me recuerda a la de otra amiga, que tardó dos años en entrar donde entró, pero que finalmente lo consiguió y ahora está la mar de contenta. Quien la sigue, la consigue.
ResponderEliminarSaludos,
Pablo
Esta entrada me pilla en un momento cuando no podría estar más de acuerdo.
ResponderEliminarTodavía no lo he hecho público, pero he conseguido trabajo. Mentira, he conseguido EL trabajo. El trabajo tras el cual llevo un año entero.
Lo he intentado mil veces, por activa y por pasiva, de todas las maneras posibles, y al fin he conseguido una oportunidad. Ahora me queda demostrar que han hecho bien en confiar en mí.
Así que tienes toda la razón, hay que insistir y no rendirse.
Exacto, Pablo. El caso es probarlo. El no ya lo tenemos, así que solo hay que ir a por el sí.
ResponderEliminarY lo de que si soy yo o no, os lo dejo a vuestra imaginación ;)
Enhorabuena, Ana. Ya nos contarás. Algo había oído piar a un pajarito pero no estaba segura. Me alegro mucho. Ya te dije que no te rindieras y que les dieses el coñazo (no sé si son los mismos que aquellos que me dijiste), que encontrarse un curro de telefonista está bien, para poder sobrevivir, pero que mostrar interés es el 50% de nuestras posibilidades. Solo hay que luchar por el otro 50% :)
ResponderEliminarWow, ¡qué gran entrada! Enhorabuena, Curri. Me encanta leerte y esta entrada ha sido justo la información/opinión/moraleja o mejor, la perspectiva que necesitaba en este momento :). Mi agua de mayo ;))
ResponderEliminar¡Sigue así!
Un abrazo,
Nikolina
Curri, estoy de acuerdo con Pablo: la próxima vez vas a tener que escribir en primera persona ;)
ResponderEliminarMuy bueno, gracias por compartir esta experiencia. Es muy cierto que a uno le da un poco de vergüenza ser insistentes con las empresas de traducción. Siempre me quedo en la fase de "your CV has been added to our database". También no hay que olvidar a las empresas con las que ya trabajamos. El año pasado una de ellas ganó un premio a nivel estatal y les envié mis felicitaciones con flores. Claro, hace mucho que trabajo con ellos, pero no todos sus traductores se toman la molestia. Luego de ello, sin pedirlo, me aumentaron el "sueldo". ¡Viva!
Silvina y Nikolina: gracias por la visita y por comentar. Me alegro de que haya servido de algo mi cuento :)
ResponderEliminarLa verdad es que nunca sabes cuándo podrá llegarte la oportunidad, así que, mejor estar en el pensamiento de ese cliente cuando decida contar con un traductor nuevo.
A nosotros también nos gusta que nos feliciten por un logroo que nos digan que nos echaban de menos tras habernos ido de vacaciones. Las agencias son iguales y sí, con algunas agencias será más difícil que con otras, porque no es lo mismo llegar a dos gestores en una agencia de 10 personas que tener que llegar a veinte gestores en una agencia de 100. Pero lo importante es que piensen: "Había un traductor de videojuegos en mi base de datos. ¿Cómo se llamaba? Ah, sí, Curri" ;)
Muchos ánimos, Nikolina. Ya lo dicen: "Si no has fracasado, no has vivido", pero para fracasar hay que intentarlo primero:
http://www.youtube.com/watch?v=ifBxN5muU44
Me ha gustado mucho la entrada, Curri. Creo que todos estamos de acuerdo en que cuando sales de la facultad todo es nuevo y se te viene el mundo encima porque te ves fracasando (a muchos al menos). Sin embargo, hoy en día contamos con las redes sociales y con blogs dedicados a la traducción como este, en el que los jóvenes traductores pueden encontrar consejos realmente útiles, y los que ya llevamos unos añitos, también. Gracias por la parte que me toca :)
ResponderEliminarQué bonito, María. Me emocionas :) Gracias por pasarte y comentar.
ResponderEliminarQué te voy a decir... Me la he leído más de tres veces :) (por diversas razones, ;)) Sin duda, una historia con final feliz contada con frescura y originalidad. De pequeños aprendíamos con los cuentos, ¿no? Pues que se note que esta moraleja también nos cala ahora que ya somos adultos :) El que la sigue, sin duda, más tarde o más temprano, siempre la consigue. Gracias por seguir compartiendo con nosotros tus experiencias y animarnos con trocitos de positivismo :) Un abrazo
ResponderEliminar¡Y te quejas de que no tienes comentarios! Ay, pajarico...
ResponderEliminarSabes que estamos totalmente de acuerdo (como de costumbre), la perseverancia es casi lo más importante: en la vida, en el trabajo y en el aprendizaje. Y lo más difícil de mantener. Lo que más veo a mi alrededor es gente rendirse sin siquiera haberlo intentado. Gran parte de la culpa la tiene el pesimismo que se nos inspira, y por eso siempre está muy bien leer cosas como esta. A todos nos han entrado ganas de tirar la toalla antes o después, pero esa es la salida fácil.
Me ha gustado mucho eso de «recordatorios amables y simpáticos», me lo guardo. La historia me parece simplemente impresionante...
Fdo: Una novata x_)
¡Hola, Curri!
ResponderEliminarToda la razón, hay que perseverar siempre. Yo llevaba una época malísima (pero mala, mala...), y justo hoy, en parte por volver a llamar a la puerta con elegancia y discreción, he conseguido otro encargo. Y no pienso quedarme ahí, ¡faltaría más!
Yo aún no puedo decir que me gane bien la vida con esto, pero tengo claro que esto es una carrera de fondo, no los 100 metros lisos. Un poco como las oposiciones, donde no consigue la plaza el más listo, sino el que más estudia. Esto es un maratón y lo importante es no dejar de correr :)
¡Siempre positifo! Y toallitas que huelan bien :)
Un abrazo,
Silvia
Hola, Curri. Encantada como siempre por tus consejos tan valiosos, pero sobre todo porque me dejás con una sonrisa y mucha esperanza :)
ResponderEliminar¡Ah! y me olvidaba de avisarte que lo tomo prestado para los seguidores de mi blog ;)
ResponderEliminar¡Estupenda entrada, Curri!
ResponderEliminarHace unos meses, en una quedada traductoril, una compi de profesión y gran persona me dijo: "Yera, no desesperes. Sé perseverante y verás cómo irán saliendo cosas". Ayer me lo volvió a recordar y hoy leo tu entrada... ¿será una señal? ;) La verdad es que es complicado empezar cuando acabas la carrera (al menos según mi experiencia) pero bueno, sigo pensando cada día que, tras tanta insistencia, algo bueno debe llegar. ¡Así que seguiremos insistiendo a ver si suena la flauta por algún sitio!
Como siempre, muchas gracias por tus consejos y tus ánimos, son de mucha mucha ayuda :D
Un abrazo bien fuerte,
Yera
Muchas gracias a todas. Gracias por pasaros y por comentar. Me vais a hacer emocionar *sniff* *sniff*
ResponderEliminarMi Neus, claro que tengo comentarios, pero no tantos como tú, ni tampoco tanto arte :) Pero una hace lo que puedes.
Mi Vane, no te emociones, mujer. Graciasa ti también por los ánimos y por las experiencias y por las xerraetas que nos pegamos en el msn/Skype, etc...
Yerai y Silvia. Claro que sí, no desesperéis. La vida ya es dura y triste y negativa... De nosotros depende sonreír y alegrárnosla. Y si nos caemos al suelo, vale, podemos llorar un poquito, pero enseguidita a levantarse y a seguir, a seguir con más fuerza.
Sandra, por supuesto. Las cosas buenas hay que repartirlas y compartirlas, para que, poco a poco, nos contagiemos todos de cosas buenas.
¡Hola Curri!
ResponderEliminarPor fin he podido sacar un ratillo para leer esta gran entrada. No puedo estar más de acuerdo contigo.
Cuando trabajaba como PM recuerdo que había una traductora que enviaba correos bastante asiduamente solicitando trabajo y la verdad es que en esos casos, pasaba el correo a los demás PM para ver si tenían algo de sus características para enviarle. Y la verdad es que la mayoría de las veces se le mandaba trabajo simplemente por que te acuerdas más de su nombre que del de otras personas (teniendo en cuenta que sea del perfil que necesitas).
Así que, sí, hay que ser perseverante y no darse por vencido.
Un saludo,
Aitziber
Gracias por compartir tu experiencia, Aitzi :)
ResponderEliminarEspero que haya muchos más PMs como tú y que nuestros esfuerzos sirvan para algo :)
Una entrada estupenda, Curri. Yo lo que peor llevo es lo de actualizar los curris (-culum). Supongo que es porque me obligan a hacer varios al año, en distintos formatos e idiomas y me da pereza sólo de pensarlo. Alguien sugería que tendría que haber una aplicación informática que te lo actualizara automáticamente. Qué pena que sea imposible.
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar :)
ResponderEliminarEl truco está en actualizar el currículo cada vez que haces algo nuevo, ya sea proyecto, curso, cambio de trabajo... Así te evitas darte el atracón a última hora. Será porque nunca nos dimos atracones de estudiar en el cole, ¿eh? ;)
Un saludo.
¡Hola Curri!
ResponderEliminarTu articulo es muy interesante y tienes muchos trucos utiles para los traductores.
Permiteme añadir un truco para los que "no tienen bastante experiencia" o los que quieren ampliar su carta de presentación... He escrito un articulo hace poco en mi blog que habla del tema TED, no sé si lo conoces pero creo que puede interesarte. TED organiza conferencias y estas presentaciones están archivadas en TED.com. Hace poco lanzó TED Open Translation que pemite que las presentaciones sean traducida al cualquier idioma.
El nombre del traductor y revisor también aparece en cada página de cada presentación que han traducido.
Aqui tienes el link del evento Facebook: Evento TED
;)
O el articulo de nuestro blog
Saludos.
Hola, Lucie:
ResponderEliminarGracias por la visita y por el comentario. Sí que había oído hablar de TED, ya que, a menudo, muestra vídeos muy interesantes. Lo que no sabía es que tuviesen un servicio de traducción. Habrá que seguirlo de cerca.
Estoy leyendo entradas pendientes del último mes y te ha tocado a ti.
ResponderEliminarPrimero, enhorabuena por conseguir tu objetivo sin tirar la toalla. Sin tu tesón, tus buenas justificaciones, tu profesionalidad y, sobre todo, la razón de tu lado no habrías conseguido que el BigBoss reconsiderase su decisión. Sin embargo... Tenía que llegar el pero... También tuviste suerte de encontrarte con gestores empáticos que decidieron jugársela y contradecir el jefe, pasándole tu correo en lugar de mandarte callar. También hay que echarle narices para eso, así que bien por los gestores y bien, en último lugar, por el jefe.
Si parece que estoy siendo algo críptico y que me estoy guardando alguna experiencia personal relacionada con el tema... bueno, solo podrás sacarme la anécdota con unas cuantas pintas en el cuerpo y en petit comité.
Lo dicho, Curri, bien hecho. Yo no habría insistido tanto y por ello me habría quedado sin cliente.
Estoy leyendo entradas pendientes del último mes y te ha tocado a ti.
ResponderEliminarPrimero, enhorabuena por conseguir tu objetivo sin tirar la toalla. Sin tu tesón, tus buenas justificaciones, tu profesionalidad y, sobre todo, la razón de tu lado no habrías conseguido que el BigBoss reconsiderase su decisión. Sin embargo... Tenía que llegar el pero... También tuviste suerte de encontrarte con gestores empáticos que decidieron jugársela y contradecir el jefe, pasándole tu correo en lugar de mandarte callar. También hay que echarle narices para eso, así que bien por los gestores y bien, en último lugar, por el jefe.
Si parece que estoy siendo algo críptico y que me estoy guardando alguna experiencia personal relacionada con el tema... bueno, solo podrás sacarme la anécdota con unas cuantas pintas en el cuerpo y en petit comité.
Lo dicho, Curri, bien hecho. Yo no habría insistido tanto y por ello me habría quedado sin cliente.
Hola, Jordi:
ResponderEliminarGracias por pasarte. Más vale tarde que nunca, así que, no te preocupes :)
Lo de las gestoras, hombre, las insistí bastante, y eran dos a las que enviaba el mismo correo a la vez (y recibía los correspondientes "leído" de confirmación, pero ninguna respuesta, por eso seguía insistiendo). De todas formas, me parece que el que hizo la prohibición no fue es jefe actual, sino el anterior, y fue un poco en plan "Delete all", sin siquiera mirar nada. Vamos, que a lo mejor alguien se podría haber equivocado en poner mi nombre en esa "lista" y deshacerse de mí igual sin siquiera haber sabido que existía el proyecto :)
Pero sí, tienes razón, seguro que habría muchos que borrarían directamente cualquier correo que viniese con mi dirección, o peor aún, bloquear mi correo. Pero bueno, como había trabajado con ellas antes, y siemrpe había cumplido, imagino que, en el fondo, se sentían culpables :)
Bueno, ya nos contarás tu anécdota en la próxima quedada :)
No me había fijado en que eran gestoras y no gestores. Tengo la manía de pensar en "gestoras" y "traductoras", pero luego pienso en jefes. Como no tengo datos concretos, no sé cada grupo de qué sexo suele ser, por lo que prefiero ponerlo todo en masculino con función de neutro y a correr.
ResponderEliminarA lo que iba: siempre es más fácil hacer rodar cabezas para calmar a un cliente cabreado que arreglar las deficiencias de procedimiento que han causado el problema en primer lugar. Y hasta aquí puedo leer.