domingo, 14 de noviembre de 2010

No te quieres enterar... Ye-Ye...

Al igual que lo hizo Conchita Velasco hizo en los 60 con su mítica canción, con la que nuestros padres bailaron locamente, ahora ha aparecido otra ye-ye, aunque esta vez no es una chica, sino una academia, nuestra academia de la lengua, que se supone que está aquí para ayudarnos, en vez de volvernos locos. La nueva Academia de la Lengua Española, aka La Academia «Ye-Ye» lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a anunciar cambios que parecen ir en contra de todo lo que nos han hecho creer en estos últimos 30-50 años y, de paso, ha llevado a una revolución de los lingüistas, que nos lo estamos pasando pipa con todo esto J

Imagino que ya todos estáis al día de lo que ha pasa, pero haré un resumillo para los que estén perdidos.

El País anunció el pasado 5 de noviembre que iban a publicar un nuevo libro de ortografía con algunos cambios que, supuestamente, deberían crear una ortografía «razonada y exhaustiva pero simple y legible». Y, sobre todo, «coherente» con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales». Algunos de los cambios que El País mencionó fueron los siguientes:

- Cambios en nombres de letras: «i griega» pasa a ser «ye», la «b alta» será solo «b» y la «b baja» será «v».

- Eliminación de letras: «ch» y «ll» dejan de ser letras del abecedario y pasan a ser solo dígrafos.

- Algunas tildes diacríticas son opcionales: tanto solo como los pronombres demostrativos ya no llevarán tilde, aunque ello pueda inducir a confusión, pero, se puede dejar.

- Los monosílabos no llevarán tilde: aún quedaban algunos monosílabos que llevaban tilde, porque en algunos lugares, se pronunciaban con hiato. Ahora todos aquellos que no sean diacríticos, perderán el acento.

- La o entre números no precisa de acento: antes era obligatorio tildar la letra o entre dos números, para no confundirla con un cero. Ahora no hace falta.

- La Q desaparece de algunas palabras: a partir de ahora, escribiremos Catar e Irak para esos dos países de Oriente Próximo, y en las reuniones habrá solo cuórum.

Hasta aquí, lo que ya muchos de vosotros habéis escrito y leído en montones de blogs y bitácoras. Pero a mí me gustaría ir más allá y hacer una reflexión y ver si estos cambios eran realmente necesarios. También me gustaría conocer qué cambios creéis que son muchísimo más importantes y deberían haberse centrado en ellos. De todas formas, tengo una de esas preguntas retóricas que llevo varios días formulándome y que me autocontestado yo misma: ¿para qué necesitamos un libro entero de ortografía si solo hay algunos cambios? Pues muy fácil: dinero.

Pasemos al análisis de los cambios:

a) El tema de la «b» y la «v»: en España ya llamábamos así a estas letras, aunque lo de «alta» y «baja» (o «larga» y «corta», según en qué casos) se usaba en Latinoamérica. Pero es que mi madre, salmantina de toda la vida, también las llama «b larga» y «b corta», que fue así como se lo enseñaron en el colegio, allá por los 50. Y no nos olvidemos de la «ye». ¿Qué problema tenían con la «i griega»? En el resto de idiomas procedente del latín, se llama así, y a nadie se le ha ocurrido cambiarla: en catalán, «i grega»; en gallego y en portugués, «i grego»; «en francés, «i grec»; en italiano, «i greca»; y en rumano, no estoy segura, pero Mr. Wikipedia parece decir que lo llaman «Ípsilon». Ah, que quieren unificarlo, para que todo sea más bonito y lo digamos todos igual. Pero, a ver, señores académicos, ¿qué más da si tienen un nombre diferente si, al hablar, nos entendemos? ¿De verdad es tan importante cambiar el nombre de una letra?

¿De verdad es tan necesario igualar hasta tal punto un idioma? ¿O acaso los baleares y hablantes del valenciano vamos a tener que adoptar el confuso sistema de decir la hora catalán, aunque ahora nos entendamos perfectamente? Mientras nos entendamos, da igual qué nombre reciban. Y lo bonito del idioma español es, precisamente, esa diferencia que tenemos entre el español de los diferentes países.

b) ¡Dame una Che! ¡Dame una Elle! CHE-LLE: parece ser que la Academia ya consideró estas letras como dígrafos («signos ortográficos de dos letras») en 1999, pero «se les olvidó» quitarlas del abecedario, así que, las quitan ahora. ¡Qué diver! Pues no sé, a mí hace ya muchos años que, a pesar de haberme aprendido el abecedario como «a, be, ce, che, de, e… ele, elle, eme…», la «ch» y la «ll» ya no se incluían. A mi novio, que está aprendiendo español, le incluyeron la «ch» pero no la «ll» en el abecedario. Así que, parece ser que los profesores son más listos que los propios de la Academia.

c) Las tildes diacríticas me confunden… aún más: o sea, primero nos decían que sí que había que ponerla, siempre, «cuando se pueda sustituir por solamente». Eso me lo dijeron en el cole, el instituto, y hasta en la universidad, a pesar de que (¡me acabo de enterar!), «la RAE lleva décadas predicando con el ejemplo y desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde ni a solo ni a los demostrativos». ¿Y «pa qué» tardáis tanto en contárnoslo? ¿Era necesario crear una regla en 1999, de la que no me enteré hasta el 2008, y que, en el momento en que consigo acostumbrarme a ella, me la volváis a cambiar? ¿No habría sido más fácil habérselo contado a todo el mundo en 1960 y, así, mis profes desde EGB se hubiesen evitado darme el coñazo con lo de «solamente»?

d) ¿Eres monosílabo, hiato o diacrítico?: a pesar de que en 1959 se eliminaron las tildes de los monosílabos (es por eso que nuestros padres siguen acentuando fue, fui, dio, fie), parece que se dejaron unos cuantos sin eliminar, porque en algunos países de Latinoamérica, pronunciaban estas palabras como hiatos. Así pues, guion, hui, riais, Sion, truhan y fie, no deberán llevar acento, y si los pones, es una falta de ortografía. Pero yo sigo sin entenderlo. O sea, que alguien pronuncia guion como hiato, ¿y el acento va en la o? Si un caso, deberían haberlo escrito como «guíon», que para algo es como lo pronuncian. Que es precisamente lo que le pasa a «fie» (pasado de fiar, yo fie), que también tiene su forma en hiato: «fíe» (subjuntivo de fiar, él fíe). O sea, que, nos obligaban a todos a escribirlo mal, en vez de hacer que, aquellos que lo pronunciaban distinto, cambiasen su forma de escribir y le pusiesen acento al hiato o, simplemente, escribiesen «la otra opción», sin el acento, que es como estaría bien. Diría que esta es la única regla nueva con la que estoy totalmente de acuerdo pero, para mí, llega 50 años tarde. Con lo fácil que habría sido en 1959 decir: los monosílabos no llevan nunca acento, a menos que puedan confundirse. Y punto pelota.

e) Prefiero que me toquen 2o3 millones en la loto, que 2 ó 3: menuda metida de gamba. O sea, que ahora solo podremos escribir con el ordenador y con algunas fuentes porque no podemos acentuar esa o entre dos números que, en muchos casos se seguirá confundiendo. Porque, ¿qué pasa con la gente que escribe cartas a mano? ¿Qué pasa si mi jefe me deja una nota en un post-it para que compre 2 o 3 coches a ese cliente tan importante? Según dicen, «los teclados de ordenador han eliminado "el peligro de confundir la letra o con la cifra cero, de tamaño mayor». ¿Lo habéis probado con las cerca de 100 fuentes (o más) que existen? Porque yo he visto muchas veces esa o sin tilde entre dos números en videojuegos, sitios web, teléfonos, etc., y os aseguro que es muy fácil confundirlo con el 0 («cero»).

f) Catar en Catar o en Irak, todo decidido por cuórum: la otra cagada del siglo. Y ya no porque cumpla o no con las reglas tipográficas (la q se usa como fonema de |k| solo acompañado de u), sino porque la escritura de Qatar e Iraq tienen una historia a sus espaldas. Lo del cuórum aún puedo aceptarlo, puesto que es una adaptación de la forma latina (por cierto, que la RAE aún no lo ha incluido en su diccionario en línea). Sin embargo, puestos a adaptar, ¿no debería ser cuoro, como pasa con currículum/currículo? Por otro lado, en el caso de los países, los hemos escrito igual que el original desde tiempos inmemorables, me parece una burrada tener que cambiarlos ahora… Y encima, no cambiar los otros millones de nombres de ciudades extranjeras que tampoco cumplen con las reglas ortotipográficas. Además, si tanto se ponen con las reglas ortotipográficas, Catar es llana no acabada ni en vocal, ni en «n» ni en «s»... ¿Entonces? ¿No debería llevar tilde? ¡Debería ser Cátar! ¡Menuda incongruencia! Resulta que habéis puesto la excusa de la «ortotipografía», pero se os ha olvidado el punto más importante. Para más respuestas a preguntas sin responder, leed este artículo, que explica perfectamente por qué deberíamos negarnos todos juntos a aceptar escribir Catar e Irak (aunque esta última no me parece tan estrambótica).

Ahora, que levante la mano quien creo que habría sido mucho más útil que se hubiesen dedicado a hacer un libro de estilo. O una lista con todos los países y ciudades que NO se escriben como el original o como el inglés, porque tienen una, sí, pero está incompleta y solo incluye las capitales de países, pero no otras ciudades importantes que, históricamente, se han escrito traducidas. O a lo mejor podrían incluir de una puñetera vez en su versión en línea las reglas sobre el uso de la cursiva, que nunca las encuentro. O podrían, de hecho, dedicarse a hacer un sitio web de consulta mucho mejor, que ahora mismo, si estás en la RAE, buscando una palabra, tienes que volver a la página de inicio para poder pasarte al panahispánico. Y al revés. Y la dirección URL no te da la palabra que está en pantalla ahora mismo sino la primera que buscaste, así que, si quieres enviarle a alguien el enlace, tienes que volver al inicio, escribir la palabra y copiar la URL.

Yo creo que deberían haberse dedicado a ayudarnos a los que necesitamos usar la lengua en el día a día, y también a aquellos que quieren aprender a escribir bien, en vez de ponernos más trabas. O, si no, deberíamos hacer como los argentinos, que han decidido que, a pesar de lo que la Academia (ye-ye) diga, van a hacer lo que les venga en gana. Y bien que hacen.

¿Soy la única que opina así?

lunes, 8 de noviembre de 2010

Traducciones automáticas + Posedición

Bueno, bueno, bueno… Cómo está el patio de la industria de la traducción… Lionbridge ha decidido enviar una petición indignante a sus traductores de reducir sus tarifas un 5%. El correo electrónico llevaba como remitente una dirección de esas a las que no puedes responder. Por supuesto, esto ha desatado la furia de todos los traductores que trabajan para dicha empresa, primero por lo que supone pedir al último eslabón de la cadena que reduzcan sus salarios (que no tienen por que ser los de un ministro, sino que, seguramente, fuesen, ya de por sí, bastante bajos), que se ajusten el cinturón y dejen de comprarles regalitos a sus hijos, sino también por la falta de profesionalidad que supone el enviar un correo electrónico masivo y al que, encima, no puedes contestar. Pero no voy a hablar de ello, puesto que no trabajo ni he trabajado para Lionbridge.
Hoy voy a hablar de otro tema que parece que se ha desencadenado al mismo tiempo y en el que he participado en LinkedIn, y que, simplemente, no he podido evitar compartir con vosotros, aunque ya lo compartí en el otro blog que tengo, en inglés. Merece la pena que os leáis el artículo entero y, si podéis, los comentarios en LinkedIn. Voy a intentar resumir un poco lo que explica el artículo y lo que yo opino sobre ello.
El artículo se titula Machine Translation Post Editing – a new skill for linguists, y aparece en la página de SDL. En él, la autora explica en qué consiste la traducción automática y por qué puede ayudarnos a los traductores. Comenta que hay grandes cantidades de texto que nunca llegan a traducirse por falta de tiempo y debido a los costes que supondría hacerlo. El primero no estoy de acuerdo, el segundo, tiene su parte de razón. Bueno, sigo. También comenta que la traducción automática puede utilizarse en esos casos en los que necesita tener una idea de lo que dice un texto, pero que si se necesita una mayor calidad y precisión, es necesario que la traducción pase por un proceso de posedición, de manera que, el cliente tendrá una buena traducción a un bajo coste. Y es aquí donde empieza mi discusión.
¿Pero qué pasa con el traductor? ¿Tendrá que trabajar el traductor también a un bajo coste? Porque si nos pasan siempre traducciones automáticas y solo tenemos que dedicarnos a poseditar, imagino que la tarifa no será la misma que la de una traducción, sino más reducida, puesto que no es una traducción, sino una edición. Pero, ¿hasta qué punto la traducción automática será de tal calidad que supondrá el esfuerzo de una edición, y no el de una re-traducción? Es verdad que hay muchos tipos de programas de traducción automática y que también hay compañías que están creando productos con diccionarios actualizados de palabras, reglas gramaticales, actualizaciones y demás, que se acercan mucho más a una traducción «aceptable», y por aceptable no digo que sea correcta, sino que, tal vez, sea lo mejor que una máquina puede hacer.
Mi problema radica en que, primero, no se especifica a qué tipo de traducción automática se refiere, y como ella, otra de las personas que también han comentado sobre este tema en LinkedIn. Y si hablan de traducciones automáticas, sin especificar más, la mayoría de la gente pensará que se refieren a uno de esos programas que encuentras por internet, gratuitos, y que te hacen una de esas traducciones que, bueno, te permiten enterarte de la copla, pero que, ni mucho menos, pueden sustituir la traducción que un traductor humano haría y, por lo tanto, lo que en un caso de una traducción humana sería una «corrección», se convierte, simplemente, en una edición a lo bestia o, en muchos casos, una re-traducción, porque es mejor ignorar el texto traducido por la máquina y empezar desde el principio. Aún así, aún en el caso de que hubiese una programa que haga una traducción casi perfecta, las traducciones automáticas SÍ SON una retraducción, porque siempre tienes que leer el original para ver si la traducción dice lo que tiene que decir.
Pero como nunca he visto un programa que haga unas traducciones decentes que, después, solo precisen de corrección, voy a hablar del peligro que supone que se hagan afirmaciones como las que he visto en este artículo, sin hacer ninguna mención a qué tipo de software se refieren en concreto. También comenta que, una de las razones de que se use este tipo de traducción es que no hay tiempo de hacer traducciones humanas. Bueno. Desde el punto de vista de un software «cualquiera» (pongamos los casos del famoso googletranslate, iTranslate, Bablefish, o los muchos que encuentras en los sitios web de montones de agencias), un cliente, el Señor X, está buscando la forma de hacer una traducción más barata y lee este artículo en el que dicen que la traducción automática reduce costes. Entonces, se va googletranslate, pone su texto ahí, lo copia en un Word y me lo manda para que lo corrija, diciéndome que ya está traducido y que, por lo tanto, debo cobrarle menos porque es solo una corrección, o una edición. Pero la verdad es que me lleva el mismo tiempo traducirle al Señor X la traducción desde el principio que intentar «arreglar» el texto que me ha dado. Todo con el añadido de que, a veces, cuando te ponen una palabra en la cabeza, aunque sabes que no es la correcta, no te sale otra, y sigues dando vueltas y vueltas, intentando conseguir la palabra que buscas. Y pierdes más tiempo.
Tampoco voy a decir que no sirven para nada. Gracias a Mr. Googletranslate mi madre ya no me pide que le traduzca cosas de internet que le pueden interesar porque ha aprendido a usar estas herramientas. Mejor para mí: no más traducciones gratis. J También las uso cuando el texto en inglés que me han dado ha sido traducido del francés o del alemán, y me cuesta entender el significado, así que cojo el texto en francés, o en alemán, lo paso por una de estas máquinas y veo si me dan alguna idea que no me dé el texto inglés. A veces funciona; otras, me lía aún más, así que acabo pidiéndole al cliente que me explique qué quiere decir con esa frase y que, por favor, la próxima vez, se asegure de que esté bien.
Por último, voy a daros un ejemplo de cómo veo yo este tipo de traducciones.
Es domingo y se te ha estropeado el inodoro. No quieres pagar la tarifa de fin de semana del fontanero, así que intentas arreglarlo como puedes (tampoco tiene por que ser muy difícil, ¿no?): desmontas el sistema entero y, tras una hora, te das cuenta de que no tienes ni idea de cómo arreglarlo, así que, lo montas de nuevo y decides llamar al fontanero. Sin embargo, le dices que, como lo has intentado arreglar tú solo, que te cobre una tarifa más baja. ¿Qué crees que te dirá? Lo mismo pasaría con cualquier otro profesional. ¿Crees que un abogado te reducirá la tarifa porque le hagas parte del papeleo o la investigación? NO. ¿Te hará el farmacéutico un descuento si le dices que se quede el bote de pastillas o el de jarabe, que tú ya te traes el tuyo? NO.
¿Por qué tiene que ser diferente con los traductores?
Creo que las traducciones automáticas se usan demasiado a menudo por gente que no utiliza un software adecuado, simplemente con la creencia de que pueden ahorrarse dinero si «hacen» la mitad del trabajo. Sin embargo, esto nos afecta a nosotros de forma negativa, porque en caso de que se extienda, en caso de que, cada vez, haya más gente que crea que cualquier traducción automática vale, nos pedirán que hagamos menos traducciones y más posproducción, eso sí, a unos precios reducidos. Y sé que ocurre porque a mí me lo han hecho y porque conozco gente a los que se lo han hecho, y siempre ha sido mejor traducir desde cero que usar esa traducción como referencia. No es justo para nosotros ni para nuestra industria, y no solo eso, hay que tener en cuenta que, la mayoría de las veces, lo barato sale caro.
Ahí queda eso :)

EDITADO: Acabo de encontrar este artículo que explica muuucho mejor nuestras preocupaciones como traductores: http://detraducciones.blogspot.com/2010/06/i-translator.html
También explica cómo funciona GoogleTranslate, y oye, está muy bien para la «sencillez» del sistema.