miércoles, 27 de abril de 2011

Un fin de semana «traductoril» en Valencia (Parte II)

Aunque con un poco de retraso, estamos ya preparadas para presentaros la segunda parte de nuestra crónica. Sí, de nuevo una conversación, así que, ¡concentraos! ;)

Como Pablo ya explicó en su blog, tras el curso, llegó el momento de socializarnos, porque los traductores e intérpretes también se socializan de vez en cuando J

Así que, nos dirigimos en tropel al restaurante que nos habían dicho, hicimos cola, entramos y empezó la fiesta, las fotos, las bebidas (Jack Daniels y la Tía María acabaron enrollados unas cuentas veces, y también conocimos a G-Vine, gracias a Pablo), las charlas de fricadas traductoriles… Sí, señor, una noche inolvidable, de las que querrías repetir cada semana y que, sin querer, acabó demasiado tarde. Pero fue genial conocer a tanta gente nueva. ¡Queremos repetir!

Desde luego, Curri, para mí fue muy especial conocer que «existían» otros compañeros de profesión apasionados por los mismos temas que yo. Fue una experiencia que verdaderamente valió la pena, en la que creo que todos aprendimos algunas curiosidades interesantes por parte de unos y otros, fuera cual fuera el tema de conversación. Y como estábamos tan a gusto, claro, se nos hizo corto… perdimos el sentido temporal, y alguno que otro incluso el espacio-temporal, después de unos cuantos gin-tonics y brindis con champán J.

Por cierto... Pablo se ha acordado de que, con las últimas copas, dejamos una remanente (26 €) para desayunar al día siguiente. Yo, Curri, prometí que lo guardaría bajo candado.

Evidentemente, me lo encontré al llegar a Londres, bien envueltito en una servilleta (donde sigue. ¿Véis como era seguro dejármelo a mí?). Así que, hay que hacer la quedada para gastar el dinero J. ¿No es maravilloso?


Al día siguiente, el sábado, Xosé Castro encabezaría una serie de charlas, también organizadas por Asetrad, en la que se hablaría sobre el futuro de la traducción: «Traducción, corrección, interpretación: ¿camino de industrializarse?». Por desgracia, el despertador nos jugaría una mala pasada y no sonaría, con lo cual, nos despertamos un poco tarde y no llegamos a la charla de Xosé… Sin embargo, tanto Pablo como Carolina han hecho un resumen estupendo de los consejos que Xosé dio. Con su permiso, los resumimos también aquí para que los tengáis todos juntos:

- Hay que conocer al dedillo nuestra herramienta de trabajo. Ya lo comentamos en la primera parte, pero lo ampliamos a todas y cada una de las herramientas que necesitamos para trabajar; desde el procesador de textos, pasando por el resto del Office (o OpenOffice o cualquiera que tengáis instalado), las herramientas de internet (muy importante para encontrar referencia e información sobre lo que necesitéis traducir), así como también los diccionarios, los foros (sí, los foros se pueden usar «mal») o la herramienta de traducción asistida que uséis. Al fin y al cabo, son vuestras máquinas de hacer dinero y de ellas depende lo eficiente que seáis.

- El lugar de trabajo es tan importante como el trabajo que haces. Aunque parezca que, a simple vista, es lógico y normal, invertir en un buen espacio de trabajo es primordial: una buena mesa, una silla cómoda, soportes para la pantalla…

Y ya no solo desde el punto de vista de un autónomo, sino también si se trabaja de forma interna para una empresa, la empresa está obligada a proporcionar un espacio cómodo al trabajador, así que, si la silla que te han adjudicado no es cómoda, quéjate para que te la cambien. Asimismo, si eres autónomo y notas que la silla que tienes en casa no es demasiado cómoda, invierte en su salud y cómprate otra buena. Tu cuerpo te lo agradecerá.

- El currículo tiene que estar impecable. En la primera (mega)entrada de este blog ya se habló sobre la importancia del currículum, y parece que se hace repetitivo, pero es verdad.

El currículo es, en muchos casos, la primera imagen que cualquier cliente tiene del traductor. Si está desordenado, tiene faltas, hay puntos que no se entienden, etc., el cliente pensará que es así como haces las traducciones y decidirá que es mejor pedir ayuda a otro traductor. Así que, insistimos, pasadles vuestro currículo a varias personas, que lo lean, lo revisen y os den su opinión.

- Ser curioso, estar siempre dispuesto a aprender cosas nuevas y no sentir vergüenza por ser culto, intelectual, friqui o un enamorado de las letras. Cuánta razón y cuánto hay que luchar hoy en día por que la gente te entienda. Y ya no se trata solo de ir diciéndole a todo el mundo cómo se escribe bien, sino también a estar abierto a las nuevas tecnologías, a querer aprender a usar herramientas nuevas, sistemas nuevos e, incluso, reconocer si nos hemos equivocado en algún momento.

- Aléjate de la gente pesimista y mantén una actitud positiva y optimista. Demasiado tenemos con lo nuestro para tener que aguantar el palo de los demás. De cada situación negativa, hay que aprender de lo malo y quedarnos con lo bueno. Nosotras siempre hemos creído que la vida es como una gran bola de energía y que, cuanto más bueno le des, más bueno te devolverá, así que, intentamos siempre ser positivas, nos contamos nuestras penas y, bueno, nos limpiamos las lágrimas y seguimos p’alante.

- Dale un trato especial a los clientes especiales. Sí, es verdad, que muchos clientes deberían hacer lo mismo con nosotros, pero os remito al punto anterior: si damos algo positivo, recibiremos algo positivo. Y a todos nos va bien pararnos a pensar qué cliente o clientes son los que mejor nos tratan y qué poco nos cuesta enviarles una postal de Navidad, o irles a visitar de vez en cuando. Conocer al cliente en persona, siempre que sea posible, es algo que jugará a nuestro favor, ya que podrán poner una cara a ese correo electrónico y, seguramente, les ayude también a acordarse antes de nosotros que de otro traductor con el que apenas tienen relación o que no conocen en persona.

- Aspira a lo más alto, lucha por lo que crees y conseguirás tus objetivos. Sí, también hay que ser ambicioso. Sin pasarse, pero si no tenemos objetivos, si no luchamos cada día por lo que queremos, perderemos motivación, dejaremos de disfrutar con lo que hacemos y de buscar más allá para intentar mejorar. Al fin y al cabo, si no fuésemos ni un poquito ambiciosos, no se nos habría ocurrido meternos en una carrera de traducción, ¿no? O el médico no habría querido ser médico, o el arqueólogo, arqueólogo… Al fin y al cabo, si aspiras demasiado alto, siempre habrá alguien que te detendrá los pies si es necesario. Así que, no tengas miedo.

- Cuida de ti mismo como lo harías con tu trabajo. La higiene personal es tan importante como la limpieza de tus trabajos. Si cuidas las traducciones con esmero, ¿por qué no hacer lo mismo contigo? Aquí también incluiría hacer ejercicio. Ya sabéis: mens sana in corpore sano.

Otro consejo importante, Curri, que a mí personalmente me llamó la atención fue en relación al aseo personal a la hora de empezar a trabajar. Al trabajar desde casa, uno se hace cómodo, y muchas veces te levantas con la hora justa para leer el correo, no dejas el suficiente tiempo para desayunar, ducharte y arreglarte y comienzas el día ya estresado y, por qué no, a veces incluso malhumorado y sin mucha energía.

Yo nunca me lo había planteado, pero el humor realmente te cambia al quitarte el pijama y pegarte una duchita, ¡te activas automáticamente! Así que, aunque yo siempre he sido partidaria de trabajar con mi pijamita (limpia, eso sí J) he de reconocer que he puesto en práctica el consejo y, desde luego, vale la pena levantarte una horita antes, desayunar tranquilamente, darte una duchita rápida y cambiar tu uniforme de noche por ropa de calle cómoda (tampoco hace falta engalanarte). Desde que lo probé, lo he tomado como rutina diaria y me siento mucho más positiva y con ganas de empezar el día que cuando estaba en pijama hasta terminar de trabajar J.

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Llegamos al hotel donde se había organizado todo y estaban presentando a la Magistrada Pilar Luna Jiménez, quien nos explicaría muy fervientemente cómo vive la situación desde su puesto como jueza en la Comunidad de Madrid, donde la subasta de los servicios de interpretación lleva a Seprotec a ser el proveedor de los intérpretes para todos los juzgados de dicha Comunidad Autónoma. Nos expuso la ética dudosa de la empresa, que no duda en enviar no solo a estudiantes de traducción, gente sin ningún título en traducción o con poca (o nula) experiencia, sino también a licenciados en otras áreas sin ninguna especialidad ni experiencia en traducción o, simplemente, a individuos que apenas conocen la lengua española o la lengua a interpretar. Explicó con pelos y señales la lucha que está llevando a cabo para que esto cambie, ya que la libertad de muchos depende de una buena interpretación. Al final de su discurso, recibió el nombramiento a socia de honor de Asetrad, algo muy aplaudido en la sala y que hizo que de Doña Pilar brotasen algunas lágrimas más.

Sin duda, uno de los testimonios más emotivos de la charla. A veces uno no se plantea cuán grave puede llegar a ser el problema de una mala interpretación hasta que te lo cuentan de primera mano y de la manera tan clara y cercana como lo hizo Pilar. Nos hizo partícipes de la problemática en profundidad y nos instó a tomar parte activa en esta lucha.

Después, Trinidad Clarés explicó la situación de los intérpretes en Reino Unido debido a la subcontratación de sus servicios. Hace unos meses, Curri publicó en Twitter una noticia en la que explicaba que un grupo de intérpretes en Mánchester había decidido negarse a trabajar porque la compañía que les había subcontratado no solo les pagaba una miseria sino que, además, en muchos casos, llevaban tiempo sin cobrar. Recordé esta historia cuando Trinidad nos contaba la situación de los intérpretes británicos, sobre todo al mencionar la agencia que, al parecer, había ganado la mayoría de las subastas para proveer los traductores; una agencia con la que he trabajado en el pasado, pero que últimamente parece importarle muy poco la calidad no solo de las interpretaciones sino también de las traducciones.

Trinidad explicó que, hace unos años, los traductores e intérpretes estaban mucho más «protegidos», ya que habían creado una nueva en la que incluso aparecían unos sueldos mínimos. Sin embargo, hace unos años, esa ley se eliminó y dejó a los traductores e intérpretes judiciales solos ante el peligro y ante los abusos de las grandes agencias de traducción. Sí, el sol parece siempre más brillante al otro lado, pero desgraciadamente, la situación de España y de Reino Unido es muy similar.

Llegó el turno de los tres últimos ponentes: Raúl García, Maximino Álvarez y Javier Sancho.

Raúl nos explicó (bueno, nos dio ánimos, más bien) que, da igual que haya empresas que se empeñen en inventarse «trucos» para hacer traducciones más baratas, que no importa que se empeñen en usar traductores automáticos (o sea, máquinas) y pasar dichas traducciones a traductores humanos para que las editen posteriormente: los traductores estarán siempre allí para realizar traducciones humanas de calidad y no tenemos por qué considerarnos todos posteditores y, ni mucho menos, aceptar postediciones si no queremos.

Maximino nos explicó con todo detalle el caso de Lionbridge, o de cómo esta empresa se las apaña para reducir las tarifas de sus proveedores y de chuparles la sangre, si se dejan. Nos explicó no solo las veces que Lionbridge ha pedido a sus proveedores que rebajen sus tarifas, sino que, además, les ha obligado a utilizar un programa, el Translation Workspace para realizar las traducciones. Además, los traductores deberán pagar una mensualidad por poder usar este programa y ni siquiera podrán reutilizar sus propias memorias para otros proyectos similares.

Pero no hace falta ser un lumbreras para saber que Lionbridge no es la única empresa con éticas laborables de este tipo. Hay muchas otras grandes multinacionales que están empezando a crear programas para que sus proveedores utilicen y que, bueno, pueden llegar a ser el próximo Lionbridge. Y, si no, tiempo al tiempo... No sé, Vanessa, ¿tú qué opinas?

Pues sí, Curri. Como comentas, esta magnífica idea está comenzando a contagiarse a otras grandes empresas de traducción a nivel mundial. Lo que, desde luego, hay que tener claro es que estas empresas disponen de una amplia base de datos sobre traductores y, la mayoría de ellas, tienen estadísticas sobre los proyectos que han realizado y la satisfacción del cliente o los correctores internos. Si normalmente colaboras con una de estas grandes agencias de traducción y te remiten un flujo de trabajo constante, seguramente eres un traductor valorado. No cedas bajo ningún concepto ante sus bajadas de tarifas. Si la trayectoria de un traductor consta como buena en la base de datos, por más pruebas que hagan a nuevos lingüistas, no se arriesgarán a perder clientes que demandan expresamente que sus proyectos los lleven los mismos lingüistas que siempre han trabajado en ellos. Te aseguro por mi experiencia que por más que utilicen memorias de traducción y glosarios, el cliente nota la calidad de la traducción y, tarde o temprano, notificarán su descontento al jefe de proyecto, que no tendrá otra opción que aceptar tus tarifas y seguir contando contigo, al menos para determinados proyectos, si no para todos en los que antes colaborabas.

Por último, Javier nos explicó la situación de FEGILT-SEIL y de cómo han creado una «homologación» que supondría todo aquel que quiera trabajar para ellos deberá obtener dicha homologación y pagar una cuota para poder trabajar. Además, los criterios recogidos en esta homologación no son, en absoluto, aquellos recogidos en la norma de calidad europea y, por lo tanto, no se ve demasiado sentido a todo esto, más que conseguir aún más dinero de los traductores, confundidos, indecisos y necesitados de trabajo.


Tras esta intensa charla, estábamos todos hambrientos y nos fuimos en busca de un buen restaurante para comer y seguir charlando. Encontramos uno donde comimos delicias como estas:












Después de comer, nos despedimos y cada uno se fue por su lado. Pero tanto Vanessa como yo, seguimos hablando sobre traducción, traductores y de lo buenísimo que había sido el fin de semana.


Y tanto, Curri. J Mira si me gustó compartir experiencias e ideas con otros compañeros de profesión que, animada por muchos de vosotros, me he iniciado en esto de Twitter (@valocor) e incluso me he decidido a escribir un blog sobre traducción y corrección de textos y material audiovisual, donde pretendo enfocar el funcionamiento del negocio o la profesión de traducción no solo desde el punto de vista del profesional autónomo, si no también desde el de los jefes de proyecto, jefes ventas y lingüistas internos que trabajan en las agencias de servicios lingüísticos, como es mi caso. Con él espero poder seguir compartiendo experiencias sobre el mundo de la traducción y la corrección, seguir creciendo día a día y, por supuesto, aportar visiones nuevas que puedan ayudar a otros profesionales, estudiantes o, simplemente, curiosos o interesados en este campo, a entender mejor la situación y el trabajo de los profesionales que «crean» traducción.

Por si os interesa, este es mi blog (¡cualquier comentario es bienvenido!): Tradúceme despacio que tengo prisa J



Y con esto, acabamos nuestra narración sobre un fin de semana que deseamos repetir muy pronto. ¡Ya os echamos de menos!

miércoles, 13 de abril de 2011

Un fin de semana «traductoril» en Valencia (Parte I)

Llevábamos meses preparándolo, haciendo planes, hablando con unos y con otros, comentando quién iba a ir y quién no y dónde nos alojaríamos. Mientras esperábamos, algunos tuvieron otros compromisos como conferenciantes; otros leían las crónicas de esas presentaciones. Pero, al final, llegó el momento de encontrarnos en Valencia, donde aproveché para introducir al mundo tuitero-bloguero-traductoril a una gran amiga que ha estado trabajando duro detrás de bambalinas: Vanessa Lorite (Paloma para algunos; Lorena para otros). Y con ella es con quien escribo esta crónica, aprovechando que le ha gustado el mundo cibernético (por cierto, se creó una cuenta de Twitter, @valocor, por si queréis seguirla) y de que quiere estrenarse en esto (me ha contado un pajarito que, muy pronto, ella también tendrá un blog… Shhhh, ¡es un secreto!).

Llegó el viernes y, con él, los nervios. Nervios por ver a algunos conocidos (Pablo Muñoz y Lluís Cavallé) y por conocer a otros con los que he estado hablando de forma virtual y cuya imagen era, para mí, una imagen chiquitita al lado de sus comentarios de Twitter o Facebook. Creyendo que el curso de Word que impartía el archiconocido Xosé Castro empezaba a las 16.00 h, llegamos allí a las cuatro menos cuarto… Y no había ni un alma. Preguntamos en recepción y nos dijeron que empezaba a las 16.30 h. Chachi. Era el momento perfecto para ir a disfrutar del sol. Volvimos al cabo de media hora y, ahora sí, ya se oía el bullicio de la gente que esperaba que comenzase el curso. En el recibidor del sótano reconocí a Manuel Saavedra y a Jordi Balcells. Después Ana Rubio e Irene Sánchez se presentaron (cómo cambia la gente de la minifoto del Twitter a la realidad… Para bien, claro, la gente es siempre más guapa en persona). Poco después llegó Pablo con Judit, y también descubrí que, por ahí, andaban Lluís y Marta Ortells.

No sé si a ti te pasa, Vanessa, pero cuando desvirtualizas a alguien (¡qué raro suena!) con el/la que llevas meses hablando a través de una pantalla de ordenador es algo extraño, a la vez que emocionante. Podemos ocultarnos detrás de ese iconito con nuestra imagen (o lo que sea que usamos), detrás de esos 140 caracteres. Pero al conocer a alguien ya en persona, no hay forma de ocultarte: eres lo que eres.

Bueno, Curri, en mi caso, no conocía a nadie de los mencionados arriba, ni en persona ni virtualmente, pero la verdad es que estaba muy ilusionada porque me habías hablado muy bien de todos ellos y, bueno, no me decepcionó ninguno J Me alegro mucho de haberlos conocido a tod@s y, además, en persona directamente. Esta vez, la relación será a la inversa: primero nos conocemos en persona y, después, podremos seguir en contacto de forma virtual, ya que Curri no ha dudado un instante en introducirme en el mundo tuitero

Tras las presentaciones, entramos en la sala donde Xosé estaba preparándolo todo, nos aposentamos al final del todo, descubrimos las chuches que nos habían dejado como obsequio y pensamos: «¡Me encanta!». Y empezó el curso. Los que ya conocen a Xosé, sabrán qué tipo de cursos hace, muy cómicos y, sobre todo, dejando que la gente colabore. Vamos, ideal de la muerte: aprendes al tiempo que haces risoterapia.

Es verdad, Curri. Para mí fue una experiencia totalmente nueva. Nunca había acudido a un taller de traducción y corrección propiamente dicho, pero desde luego estrenarme en esto con la charla de Xosé ha sido una suerte. Como mencionaba Curri, aprender divirtiéndote es, sin duda, la mejor forma de motivarte e interesarte por algo. Desde luego, ha sido una conferencia diferente a todas las que he acudido anteriormente. Xosé actuó de una manera tan natural que creo que tod@s nos sentimos parte activa del taller, en el que por supuesto, nos hizo totalmente partícipes y nos animó a colaborar en todo momento.

Sobre el curso, aunque no queremos haceros una lista de todos los truquitos (más que nada, por no chafarle el negocio a Xosé y, sobre todo, porque necesitaríamos varias entradas para ello), sí que queremos compartir la experiencia positiva que vivimos.

1. Hay que conocer y dominar el Word (y el resto de programas que usamos para traducir) más que a nosotros mismos, porque de ello depende nuestra productividad. Al fin y al cabo, es nuestra máquina de hacer dinero. Cada vez que queremos buscar algo en internet, o consultar el glosario que el cliente nos ha enviado, o ver el correo que nos acaban de enviar con una oferta de trabajo «soltamos» el teclado y movemos la mano al ratón, buscamos el cursor y elegimos la opción que queremos, perdemos unos 5 segundos. Al cabo de unas horas, esos 5 segundos se convierten en valiosos minutos que podrías dedicar a descansar, a mirar por la ventana o hacerte una manzanilla.

2. Nadie nace aprendido ni con la lista de atajos del Word metida en la cabeza, así que, aunque no nos guste, para aprender, primero tendremos que saber qué combinación de teclas hace qué o qué combinaciones podemos asignarle a otras acciones que nos interesen. Y, después, practicarlo, practicarlo mucho para que se transforme en algo innato, como el Ctrl + G (o Ctrl + S, si tu Word es inglés) para guardar el documento siempre que nos detengamos, aunque sea para rascarnos la nariz. Y para demostrarnos que vale la pena perder un rato (o unos días) intentando aprender todos los trucos que nos daba, hizo la prueba con un voluntario: Xosé cronometró el tiempo que tardaríamos en hacer algo usando el ratón y, después, cronometró cuánto tardaba él en hacer lo mismo pero sin usar el ratón. A mí, me convenció, oiga.

3. Absolutamente todos los elementos de los menús y las acciones de Word (y, por extensión, el resto de programas de Office) pueden personalizarse y pueden recibir una combinación de teclas. Todo es ponerse un día, buscar qué nos interesa utilizar y personalizarlo a nuestro gusto.

4. Las opciones dentro de la configuración de Word que vienen por defecto suelen ser bastante molestas.


Por ejemplo, Si vais a Herramientas > Opciones, veréis que hay montones de pestañas y opciones para seleccionar. Seguro que la mayoría jamás las ha tocado. Yo (Curri) confieso que, en algunas pestañas, sí que he cambiado cosas, pero nunca he llegado a entender todos y cada uno de los puntos, así que, os aconsejo que activéis la Ayuda de esa ventana. Para ello, abrid la ventana Herramientas > Opciones y haced clic en el interrogante al lado de la cruz para cerrar la ventana, y os saldrá esto →

Si le dáis a cada uno de los enlaces, os sale la explicación de las pestañas y de cada elemento que hay en ellas.

5. Lo mismo habría que hacer con la autocorrección, que suele tener combinaciones de caracteres que pueden molestarnos bastante. Elimina todo aquello que no te interese (mejor, dicho, elimínalo todo), y añade todo aquello que vaya a serte útil que Word te lo autocorrija, como (R) por ®, o << y >> por « y ». Hay que usar esta autocorrección para hacernos la vida más fácil, no para que tengamos que deshacer lo que a Word le parece J

6. Desde luego, uno de los trucos más interesantes fue la creación de macros. No sé vosotros, pero siempre las hemos considerado un tabú, «algo al alcance de unos pocos elegidos». J Y, desde luego, Xosé nos hizo ver que no es tan fiero el león como lo pintan. Para evitar repetirnos, podéis consultar el blog de Pablo, que seguro que os sorprende. Eso sí, ¡animaos a probar suerte!

7. Todo lo que está en Office 2003, también está en Office 2007 y 2010. Solo hay que buscarlo J Incluso puedes añadir el menú de Office 2003 si quieres (Pablo lo ha explicado muy bien, así que, no vamos a repetirnos).

Al acabar, ya no quedaban chuches y teníamos la cabeza llena de ideas y buenas proposiciones. Pero lo mejor estaba aún por llegar: cena, copas y cotilleos. La noche se nos hizo corta porque había que madrugar al día siguiente, pero valió la pena.

Os invitamos a visitar las bitácoras de otros traductores que también comentaron sobre el curso, como por ejemplo, Pablo, quien hizo un buen resumen de lo principal. También Judith Carrera y Carolina Rodrigo hicieron una buena crónica del fin de semana traductoril. Si no os basta, hemos encontrado a dos traductoras más que no conocíamos, pero que también han sabido plasmar muy bien lo interesante y productivo que fue el fin de semana: Ana Belén y, de una forma un poco más personal, Empar Paredes.

¡Muy pronto habrá más!